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EscualaPHI de Yoga Vedanta y Meditación

Vedanta

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Resumir en pocas palabras en qué consiste la Filosofía Vedanta, esencia misma del Pensamiento Hindú, ha sido todo un reto, sobre todo, disponiendo de un espacio limitado en el que deberé desarrollar este tema tan amplio, digno de ser estudiado durante toda una vida. Por eso, considero oportuno comenzar esta exposición hablando del hinduismo a modo de introducción.

Aprendí todo lo que sé de la espiritualidad de mis venerados maestros y ese saber no ha cobrado verdadero significado hasta que, tras muchos años de práctica, el conocimiento intelectual dejó progresivamente paso a la convicción a través de la experiencia. Experiencia a la que conducen las enseñanzas llevadas a la práctica con profundo amor, devoción y disciplina.

Digo esto porque la espiritualidad hindú requiere siempre una explicación profunda señalando cual es su competencia y en que difiere de las prácticas religiosas externas. Todo lo que concierne a las formas exteriores pertenece a la religión, mientras que todo lo que concierne al mundo interior corresponde a la espiritualidad. Pero la espiritualidad es totalmente personal e individual; no depende de formas exteriores, ni siquiera de una religión. Va más allá de todas ellas, alcanzando un estado de comprensión en el cual son borradas las diferencias que caracterizan las diversas religiones.

Hoy día, son muchos los que quieren conocer las religiones de la India. Ocurre que es difícil comprender el hinduismo como una religión, porque no tiene dogmas, solamente ritos y ceremonias. Sin embargo, cuando la religión se manifiesta en el ámbito de la vida social, puede ser practicada en grupo, con ritos y ceremonias, y puede tener una doctrina y dogmas.

Los ritos y los cultos hindúes tienen como principal función preparar la mente humana para traspasar los límites de la naturaleza fenoménica, es decir de la vida ordinaria, para ir más allá de lo visible y alcanzar la Realización y la Unidad fundamental. Esto es el dominio de lo Indescriptible. Solamente podemos escuchar las palabras de aquellos que lo realizaron y aceptarlas.

En occidente, conocemos por hinduismo al conjunto de estructuras e instituciones religiosas y sociales tradicionales de la India. Llamamos globalmente “hindúes” a todos los indios que no se declaran pertenecientes a ninguna otra gran doctrina implantada en la India, a saber, el islam, el jainismo, el budismo o el sikhismo.

En India, este conjunto de cultos y religiones es denominado Sanâtana Dharma (“La Religión Eterna”), ya que todos los aspectos de la Verdad, fueron incluidos en ella a lo largo de los siglos.

Esta religión de origen mitológico no conoce ni fundador ni canon fijo. Se distinguen en ella numerosas prácticas y tradiciones locales, tanto en el ejercicio del culto como en el dogma. El punto en común de todos los hindúes es la fe en la ley del karma.

Esta religión eterna es la antigua senda establecida por los “Rishis” (grandes sabios). Es enseñada a los hombres y tiene por fin el que alcancemos la Liberación. Diferentes caminos conducen a la Liberación. Todas estas sendas no parecen religiosas si no esencialmente espirituales, pero entre estas vías se encuentra también la religión.

El Vedanta es una expresión muy antigua del pensamiento hindú. Se trata de un pensamiento metafísico que guarda cierto parecido con la religión, pero sin incluir ningún dogma, pues el Vedanta no se haya vinculado a ninguna creencia particular ni a ninguna personalidad, ni siquiera a un libro sagrado, dejando en este aspecto un margen tan amplio de libertad que resulta difícil reducirlo a lo que generalmente se entiende por religión.

El pensamiento vedántico resulta sorprendente porque no se refiere a un Dios exterior a nosotros. Insiste con fuerza en la divinidad que hay dentro de nosotros. Dios es infinito. Está en todas partes, es trascendente. Dios es Espíritu. Si Le buscamos por medio del Espíritu, podremos alcanzar la realización del Absoluto o Realidad Suprema. El Vedanta dice que es ese nuestro ideal y nuestro deber. El objetivo de nuestra vida en la tierra.

El Vedanta dice: “En esta vida, nuestra meta es la realización del Atman (Alma Suprema) o la Liberación”. No se puede hacer distinción entre Liberación, Atman e Ishwara (Dios). Creemos poder hacerla, pero siempre llegamos al mismo punto, que es la necesidad de trascender la vida ordinaria, perdiendo el apego por los objetos materiales cuyo poder no puede darnos la constante alegría y el verdadero amor.

Los sabios han dicho que la razón no nos conduce a esta idea grandiosa y universal. Es necesario ir más allá del dominio de la razón, por este motivo, debemos seguir una disciplina espiritual. Y para seguirla hay que tener una fuerte aspiración por la vida interior.

La meditación es la práctica espiritual más extendida y enseñada en la India. Por medio de la religión se enseña hasta a los propios niños. Cuando se adquiere desde una edad muy temprana el hábito de meditar, se halla el camino de la aspiración profunda hacia lo divino. Nos referimos aquí a una serie de aspectos de las técnicas de la meditación para mostrar que se trata de un ejercicio espiritual destinado a preparar el camino de la Realización. Con este mismo objetivo se practican diversos yogas como el Raja-yoga, el Hatha-yoga, el Bhakti-yoga, el Karma-yoga, el Gnana-yoga y otros yogas. Cada disciplina corresponde a un tipo concreto de yoga, pero todos los yogas poseen instrucciones especiales acerca de la concentración y la meditación.

La diversidad de prácticas de los distintos yogas tiene su origen en la variedad de la naturaleza de los seres humanos. La inspiración profunda de cada uno debe orientar su práctica dentro de esta diversidad. Hay personas de naturaleza física muy activa, o de naturaleza emocional muy sensible, predispuestas a la reflexión y al pensamiento abstracto, o de tendencia claramente mística, o dotadas de gran poder de concentración. Es comprensible que a naturalezas tan diversas correspondan prácticas diferentes. La exposición de todas estas técnicas es imposible de realizar con brevedad. Además, el camino elegido y seguido por cada uno corresponderá a su propia naturaleza individual. El conocimiento que se obtiene al realizar estas prácticas es de naturaleza completamente diferente al que se puede conseguir de las experiencias sensibles o psíquicas de la vida cotidiana, e incluso de las reflexiones intelectuales.

En India es corriente encontrar, en casi todas las casas, una pequeña estancia o un lugar especialmente preparado y reservado para practicar meditación. Ese espacio, suele estar arreglado como una pequeña capilla donde retirarse para encontrar allí la Paz, cuando la mente esté agitada por cualquier razón. Los hindúes suelen practicar el Jappa (repetición del nombre de dios) y meditación al menos dos veces al día. Temprano por la mañana y por la tarde-noche.

El objetivo de la meditación es llegar a la transformación profunda de la naturaleza humana abandonando por completo el egoísmo. Sólo trascendiendo el ego se experimentará una verdadera transformación. Sólo entonces se alcanzará nuestro destino y quedaremos unidos a él. Resultará difícil saber qué forma de meditación es la más adecuada para nosotros, por eso mismo salvo raras excepciones, será imprescindible contar con la colaboración de un preceptor, maestro o amigo espiritual.

A lo largo de la vida se presentan cientos de preguntas, dudas, disgustos y conflictos. La senda interior ofrece mucha satisfacción y soluciones al mundo de hoy en día. Solo personas con la suficiente preparación y garantías pueden ayudarnos a resolver la confusión a la que nos enfrentamos constantemente. Respondiendo a nuestras preguntas o aconsejándonos pueden ayudarnos a tomar decisiones, con sabiduría.

El Vedanta, como toda verdadera tradición, es una escuela iniciática: “La tradición védica es en su esencia y en todos sus desarrollos, por el fondo tanto como por la forma, una tradición iniciática. El carácter iniciático pertenece a la expresión fundamental de la Tradición Hindú, a los Vedas y a los Unpanishads”.

Uno puede leer por tiempo indefinido con un enfoque solamente teórico-racional las obras de los grandes maestros hindúes y, sin embargo, no evolucionar nada espiritualmente. Según nuestra tradición, se requiere “la influencia espiritual” de un Preceptor o Amigo Espiritual Viviente para actualizar esta enseñanza que está más allá de las palabras y de la razón.

Necesitamos un guía que sepa introducirnos por el camino que todavía desconocemos, pues aún no sabemos cuál es nuestra auténtica naturaleza y cuáles son nuestras posibilidades de introspección. Pero debemos ir con cuidado a la hora de elegir un maestro verdaderamente capacitado y no uno cualquiera. Es necesario conocer muy bien al que será nuestro amigo espiritual, estar absolutamente seguros de su sinceridad, de su sabiduría y de su conducta. Debe ser capaz de mostrarnos el camino hacia el Supremo.

Esta “influencia espiritual” es un hecho real que se puede experimentar, pero sólo estarán en condiciones de poder transmitirla aquellos que ya han sido objeto de dicha transmisión directa, que pasa de generación en generación, de un Maestro Espiritual Viviente o “Jivanmukta” es decir de un “liberado en vida” a un discípulo digno o sucesor. Dicha transmisión técnicamente se denomina “shakti pat diksha”. Para los hindúes el “shakti pat diksha” es, por lo tanto, lo más significativo, importante y trascendental a la hora de atribuir descendencia y continuidad a un linaje, y no la envergadura de la institución en la que se amparará dicha transmisión.

La India tiene una tradición monástica milenaria. Millones de monjes, sadhus, de todo tipo de órdenes religiosas y orientaciones, recorren el país como monjes errantes o pertenecen a organizaciones establecidas en Monasterios. La inmensa mayoría de ellos, me consta, trabajan incesantemente para mantener viva dicha transmisión iniciática. Esto es algo realmente extraordinario y es lo que, aún hoy en día, hace de la Madre India un lugar mágico y sagrado.

H.H. Swami Rameshwarananda Giri Maharaj

El Vedanta es una expresión muy antigua del pensamiento hindú. Se trata de un pensamiento metafísico que guarda cierto parecido con la religión, pero sin incluir ningún dogma, pues el Vedanta no se haya vinculado a ninguna creencia particular ni a ninguna personalidad, ni siquiera a un libro sagrado, dejando en este aspecto un margen tan amplio de libertad que resulta difícil reducirlo a lo que generalmente se entiende por religión.

El pensamiento vedántico resulta sorprendente porque no se refiere a un Dios exterior a nosotros. Insiste con fuerza en la divinidad que hay dentro de nosotros. Dios es infinito. Está en todas partes, es trascendente. Dios es Espíritu. Si Le buscamos por medio del Espíritu, podremos alcanzar la realización del Absoluto o Realidad Suprema. El Vedanta dice que es ese nuestro ideal y nuestro deber. El objetivo de nuestra vida en la tierra.

El Vedanta dice: “En esta vida, nuestra meta es la realización del Atman (Alma Suprema) o la Liberación”. No se puede hacer distinción entre Liberación, Atman e Ishwara (Dios). Creemos poder hacerla, pero siempre llegamos al mismo punto, que es la necesidad de trascender la vida ordinaria, perdiendo el apego por los objetos materiales cuyo poder no puede darnos la constante alegría y el verdadero amor.

Los sabios han dicho que la razón no nos conduce a esta idea grandiosa y universal. Es necesario ir más allá del dominio de la razón, por este motivo, debemos seguir una disciplina espiritual. Y para seguirla hay que tener una fuerte aspiración por la vida interior.

La meditación es la práctica espiritual más extendida y enseñada en la India. Por medio de la religión se enseña hasta a los propios niños. Cuando se adquiere desde una edad muy temprana el hábito de meditar, se halla el camino de la aspiración profunda hacia lo divino. Nos referimos aquí a una serie de aspectos de las técnicas de la meditación para mostrar que se trata de un ejercicio espiritual destinado a preparar el camino de la Realización. Con este mismo objetivo se practican diversos yogas como el Raja-yoga, el Hatha-yoga, el Bhakti-yoga, el Karma-yoga, el Gnana-yoga y otros yogas. Cada disciplina corresponde a un tipo concreto de yoga, pero todos los yogas poseen instrucciones especiales acerca de la concentración y la meditación.

La diversidad de prácticas de los distintos yogas tiene su origen en la variedad de la naturaleza de los seres humanos. La inspiración profunda de cada uno debe orientar su práctica dentro de esta diversidad. Hay personas de naturaleza física muy activa, o de naturaleza emocional muy sensible, predispuestas a la reflexión y al pensamiento abstracto, o de tendencia claramente mística, o dotadas de gran poder de concentración. Es comprensible que a naturalezas tan diversas correspondan prácticas diferentes. La exposición de todas estas técnicas es imposible de realizar con brevedad. Además, el camino elegido y seguido por cada uno corresponderá a su propia naturaleza individual. El conocimiento que se obtiene al realizar estas prácticas es de naturaleza completamente diferente al que se puede conseguir de las experiencias sensibles o psíquicas de la vida cotidiana, e incluso de las reflexiones intelectuales.

En India es corriente encontrar, en casi todas las casas, una pequeña estancia o un lugar especialmente preparado y reservado para practicar meditación. Ese espacio, suele estar arreglado como una pequeña capilla donde retirarse para encontrar allí la Paz, cuando la mente esté agitada por cualquier razón. Los hindúes suelen practicar el Jappa (repetición del nombre de dios) y meditación al menos dos veces al día. Temprano por la mañana y por la tarde-noche.